Hace ya más de una década estuve en un taller de escritura creativa, del cual salieron algunos de los escritos que iré compartiendo en este blog. Después de eso, excepto por un par de micro-cuentos escritos específicamente para enviar a concursos, no he dedicado tanto tiempo como quisiera a esta forma de expresión personal.

Sin embargo, a pocos meses de inicio de la pandemia en el 2020, sentí la urgencia de comunicarme de maneras distintas a la gráfica, sobre todo para procesar lo que estaba pasando en el mundo y entender mis propias emociones en ese contexto. Como por arte de «magia» surgió la posibilidad de inscribirme en otro taller de escritura, esta vez en formato virtual, que tenía como propuesta la de usar la palabra como medio para «salir», aunque estuviéramos confinados.

Uno de esos textos es precisamente con el que quiero abrir este blog.